“ El
proyecto de la Modernidad nace en la segunda mitad del siglo XVIII ; se basa en
la razón y el progreso. La razón a través de la ciencia, la
tecnología y la educación pretende la previsión del futuro.
La idea básica es educar
al mundo en un proyecto de felicidad colectiva. Por
tanto, la institución
escolar es una de las bases del programa de la Modernidad.
... decimos que la gestión de
una institución educativa no puede ser
considerada solamente como un
asunto de naturaleza profesional sino que cobra
sentido
político.
Beltrán Llavador se pregunta y nos pregunta: ¿qué instituciones
educativas se pretenden en
una sociedad democrática? La pregunta invita a revisar si
las instituciones educativas
– como parte del sistema educativo sostenido con fondos
públicos – logra mayor
igualdad y justicia social, en un marco de relaciones
democráticas de poder
(Beltrán Llavador, 2007:4)2. Acordamos con Connell cuando
sostiene que “la calidad
moral de la educación se ve afectada inevitablemente por el
carácter
moral de las instituciones educativas” agregando que “si el
sistema educativo
trata
injustamente a alguno de sus alumnos, no son éstos los únicos que lo padecen.
La
calidad de la educación de todos los demás se degrada”.
(Connell, 1993:22)3
Al revisar este aspecto
necesariamente surge la necesidad de analizar las culturas
institucionales.
El significado y el sentido
otorgado a la gestión por los diferentes integrantes del
colectivo docente está
relacionado con las diversas culturas institucionales,
generalmente ancladas en el
aislamiento profesional y el individualismo.
Sin embargo, la cultura no es
estática. Cuando es el producto de una comprensión
común alcanzada por el
colectivo a partir del cotejo constructivo de una diversidad de
opiniones, se vuelve parte de
una dinámica evolutiva que hace imprescindible el
funcionamiento continuo de
ese colectivo.
“Identificar
las formas de hacer las cosas y definir qué cultura se quiere ir construyendo
es,
sin duda, el primer paso de la gestión educativa”. (Francia, Ma. T. 2006)4
Usaremos el concepto de
cultura – en coincidencia con Brovelli – para designar “los
supuestos,
las concepciones y las expectativas orientadoras, evidentes en la operación
misma
de cada escuela, con particular referencia a las relaciones (o su falta) entre
las
personas”.
(Brovelli, 2001)5.
Se hace necesario, entonces,
poder analizar las prácticas, las acciones individuales, que
se van construyendo a través
de un diálogo entre las acciones presentes y pasadas de
los individuos. Allí aparece
– inevitablemente – el concepto de habitus como una
especie de orden impersonal
que tiene una autoría colectiva. El habitus – al decir de
Bourdieu6 – es “pasado
que sobrevive en la actualidad y que tiende a perpetuarse en el
porvenir,
actualizándose en las prácticas estructuradas …” (Bourdieu, 1991:95)
creando, de ese modo, una
estabilidad de acciones que van creando historia."
plataforma moodle, Posgrado Gestión Instituciones. Ipes. febrero 2010
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